martes, 4 de julio de 2017

¿Un Frente Amplio Democrático (FAD)? 

Por Gustavo Zavaleta Hurtado (4/07/2017)

En el país posterior a la batalla del Estado de México se reconfiguraron las fuerzas políticas partidistas. Se registra aún un importante segmento que vota por el priísmo por muchas razones y que ganó esa gubernatura. Otra fuerza política importante se observa en MORENA, que refuerza sus probabilidades de ganar el poder ejecutivo y legislativo, aunque para el caso todavía adolece de imperfecciones en sus maquinarias electorales. Y también se develan datos importantes para el tercer y cuarto lugares (PRD y PAN). Entonces...¿un Frente Amplio?

No estoy seguro si después de 1997 y de las elecciones federales en 2000, 2006, 2012 y locales de 2017, el Estado de México sea un verdadero laboratorio que refleje la composición nacional de las fuerzas partidistas, porque considero que hay sesgos importantes como el voto rural priista, el voto verde, y el voto urbano morenista y perredista.

Lo que sí veo claro es una sociedad, un electorado que exige nuevas formas de hacer política y gobierno, ante fracasos importantes en el PRI, PAN, PRD y ahora el perfil político tan difícil de decantar y caracterizar de MORENA. El fracaso de la partidocracia alcanza a todos sin excepción.

En este contexto y entrados al siglo XXI, con un mundo velozmente cambiante en todos los frentes, como han sido las crisis financieras de la Unión Europea, de Estados Unidos; las guerras de medio oriente y Siria en particular; así como los cambios en los gobiernos de Argentina, de Brasil e incluso la crisis del modelo de socialismo cubano en Venezuela; en México se requiere hacer política y gobierno de otra forma.

Muchas veces los representados por los partidos (que no siempre son los ciudadanos) y sus intereses de grupo, han sesgado los análisis y procuran discutir estos temas desde sus puntos de vista: izquierda versus derecha con un centro. Es natural, pues las políticas partidistas se convierten en políticas de gobierno y sólo algunas veces en políticas de Estado (que trascienden a los partidos en intereses, en metas y en tiempo).

En todo caso, las políticas de partido y de gobierno son eso: políticas que favorecen a sus bases electorales. Y el debate de gobierno se plantea desde la perspectiva que las políticas partidistas son excluyentes. Es decir, si acuerdas con las acciones de izquierda ya no puedes apoyar las de derecha; y viceversa, si apoyas la derecha te olvidas de coquetear con la izquierda.

Las llamadas políticas progresistas -o de izquierda si hacemos caso a la perspectiva europea aunque aquí entiendo que es el PRD- favorecen a sus bases electorales con el diseño y uso de instrumentos de política pública a su favor. Se hace uso intensivo de una visión redistributiva del ingreso nacional y estatal, donde las políticas e instrumentos para recaudar y redistribuir son las dominantes. Ejemplos hay en el gobierno de la Ciudad de México, Morelos y Tabasco.

Las llamadas políticas conservadoras –en este caso se entiende que es la derecha o PAN- pretenden favorecer a sus clientelas electorales en particular de empresarios y cada vez más emprendedores (Según INEGI más de cinco millones de unidades económicas), a través de impulsar el aumento de la producción y el comercio, mediante las políticas e instrumentos que refuerzan la propiedad privada, la competencia económica, el libre comercio, los impuestos bajos, el equilibrio fiscal, la estabilidad macro económica.

Si hacemos caso a la perspectiva engañosa de los partidos políticos, no se deben juntar las políticas partidistas y las acciones de gobierno de la derecha con las de izquierda y mucho menos si excluye al ala más “radical de izquierda” que muchos identificamos en MORENA.

Desde esta perspectiva tradicional, nos comentan los políticos jóvenes, medianos y maduros: es imposible pensar en juntar al PAN y al PRD. Argumentan que los programas no concuerdan; que los gobiernos no podrán conciliar sus acciones de gobierno; y que finalmente la ciudadanía se volverá a desengañar con ese bodrio llamado “Frente Amplio Democrático”. El aceite con el agua no.

Se rechaza el Frente más aún si las opiniones provienen del PRI, partido que ha sido maestro en imponer esas acciones de la desunión de la oposición durante décadas. Pero lo nuevo es que no sólo del PRI vienen esos rechazos: de MORENA provienen los gritos de “¡traidores de la patria!” si el PRD se atreve a crear opciones distintas y más si es con la derecha demonizada hasta el cansancio!

Desde esta perspectiva tradicional, de un falso debate ideológico de partidos de izquierda, centro y derecha, funciona el sistema electoral a favor del viejo PRI y a favor de MORENA (en realidad el PRI recargado de los años setenta y ochenta según mi opinión). A ellos les pega este Frente.

En todo caso la ciudadanía debe saber que las políticas de la izquierda y las políticas de la derecha pueden ser reconciliables e incluso novedosas. Lo que puede ser irreconciliable son los intereses de los grupos dominantes en los partidos que se comentan (PAN y PRD). Sin embargo en México ya hubo acciones políticas de alto nivel ciudadano donde don Heberto Castillo dio paso y registro a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1987.

Después de vivir apasionadamente la elección de 1987; de haber concluido que el TLCAN amplió la capacidad de producción del país; de ver cómo Ernesto Zedillo (le dicen el innombrable) abrió camino a Cuauhtémoc Cárdenas en 1997 y a Andrés Manuel López Obrador en 2000 en la Ciudad de México y a Vicente Fox en Los Pinos; de ver cambios estructurales desde la crisis de pagos de la deuda externa en 1982 hasta la fecha cuando tenemos reglas fiscales en leyes como la de responsabilidad hacendaria; y de muchas otras cosas que por espacio no es posible siquiera mencionar, después de vivir todo esto, ahora veo una oportunidad para ofrecer políticas nuevas y construir gobiernos de coalición más allá de aquel falso debate de ideologías.

¿Quiénes irán en contra del Frente? Por su naturaleza de interés de grupos y burocracias, el PRI y MORENA son los partidos que deben boicotear este Frente. Sus argumentos serán el falso debate ideológico entre izquierdas, centros y derechas. Pero también deberán intentar romper ese Frente los partidos pequeños, que tiene riesgo real de perder su representación de menos del 5 por ciento de votantes que negocian como partidos bisagra, unas veces sí y otras también.

Ya se escuchan voces y gritos interesados de MORENA que denuncian las reformas estructurales del “Pacto por México” como la mayor traición a la “patria buena” que PAN y PRD firmaron con el PRI después de la elección de 2012. El principio de “divide y vencerás” del PRI será aplicado por los mejores operadores políticos priístas, expriístas, neopriístas y demás subconjuntos de panistas y perredistas que no alcanzarán candidaturas bajo ese Frente.

Por eso es importante identificar a los verdaderos enemigos de un Frente Amplio Democrático (FAD), de cualquier Frente, que ofrezca a la ciudadanía una nueva forma de competir en elecciones; de formar nuevos gobiernos de coalición; y de diseñar nuevas políticas públicas que, en muchas ocasiones, superen aquellas que tienen hasta un siglo de operar (1917) y no fallan en obtener los mismos resultados del fracaso gubernamental: pobreza.

También es importante identificar los objetivos programáticos de los partidos políticos; de los instrumentos de políticas públicas que sirven a cada tipo de gobierno; de los políticos capaces de operar tales programas novedosos e instrumentos.

La situación económica y social en México requiere de aumentar la producción; también requiere redistribuir ingresos; de permitir que la gente ejerza su libertad económica y de tener la capacidad de financiar la redistribución donde se requiera desde nuevas perspectivas; de ejercer derechos sociales.

Una candidatura de un Frente Amplio y un gobierno de coalición otorga responsabilidad política a un gobierno que ejerza los instrumentos de políticas públicas de una forma de verdad diferente y obtenga resultados diferentes. Es mejor probar en nuestro caso que seguir con lo mismo desde hace un siglo!

Imagino un ciudadano que aprendió a “castigar” a políticos corruptos de todos los partidos y que tiene una nueva alternativa política en México: el Frente, cualquier Frente. Imagino un gobierno de coalición que sus metas se dirijan a atender empresarios y redistribuir mejor. ¿Porqué no?

Pero no es suficiente con la candidatura del Frente a la Presidencia. Se requiere también obtener una mayoría en el poder legislativo que abra camino a las reformas estructurales de la siguiente generación como el Pacto por México. De lo contrario tendremos un gobierno de coalición frenado por los diputados y sus partidos tradicionales. Pero, ¡sigamos en el tema!



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